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lunes, 16 de abril de 2012

CONTINUACION DE HISTORIA DE LA HOMEOPATIA MUNDIAL :2º PARTE

CONTINUACION DE HISTORIA DE LA HOMEOPATIA MUNDIAL :

Decididamente abocado a la traducción de libros, uno de ellos, la materia médica de William Cullen, sacudió su razón. Llamó la atención de Hahnemann, el relato pormenorizado de los síntomas de intoxicación por quina, que en aquellos tiempos se había puesto de moda para el tratamiento del paludismo y toda otra fiebre intermitente que apareciera por Europa. Así era bastante común que por automedicación, error médico o abuso, se dieran casos de intoxicación por esta droga.
La quina o china tiene a su vez una pequeña historia muy interesante, que se remonta a la época del Virreinato del Perú, alrededor del año 1630. Pues bien, en esos tiempos enfermó gravemente la esposa del virrey, sin remedio para los médicos de la corte. Ya desahuciada, un miembro del gobierno colonial hizo llegar a la enferma un polvo elaborado a partir de la corteza de un árbol conocido por los indios del lugar*, como muy efectivo para el alivio de esos procesos febriles intermitentes. Este árbol, por esa virtud curativa, era denominado "palo de calenturas". La enferma curó y en su honor (tenía título de Condesa de Chinchón) a partir de ese momento, se llamó a esta sustancia chinchona o cinchona. Como bien dice Lathoud6 este exitoso tratamiento había sido demostrado muchísimas veces en la vida de los indígenas, pero, obviamente, conceptos y prejuicios también obligan. Al fin y al cabo, "sólo" se trataba de pobres salvajes de la selva. Al ser esta vez la beneficiada una integrante de la nobleza española, su curación fue todo un acontecimiento y una noticia boom del momento, que condujo a la exportación masiva de cinchona o quina desde América hacia Europa, donde se difundió espectacularmente.
* En la medicina tradicional precolombina, los indios llegaron a utilizar unas doce especies diferentes de las cuarenta reconocidas del género Cinchona, que existen en toda América. (González Vite, J.)
Cinchona, alias...
En todas las farmacopeas, la mentada china, está registrada con el nombre de cinchona, dado por Linneo, el gran nominador de especies. La denominación se inspiró en la condesa de Chinchón, virreina del Perú. Pero antes de él, la china tuvo otros apelativos. Así al ya famoso "polvo de la condesa", quizás el primero de ellos, le continuó el de corteza del jesuita, merced a que la orden religiosa a la que se refiere, participó activamente en la importación del medicamento desde toda Europa. Corteza del cardenal le fue dado en Roma y sus adyacencias, gracias a los buenos oficios del renombrado Cardenal de Lugo que, al parecer, alternaba sus funciones purpuradas y filosóficas, con la propalación de la nueva panacea. El término china en cambio, parece derivar de una voz incaica, kinia, que significaba corteza de tronco o árbol.
Su primera aparición en una comunicación escrita, data de 1639, en un libro religioso, de un cura agustino de Lima, apellidado Calancha. Y su primer registro en la literatura médica es de 1643, realizado por el belga van der Heyden. Casi dos siglos más tarde, en 1820, Pelletier y Caventau, aíslan dos de sus alcaloides más importantes, la quinina y la cinconina, y adquieren así, mayor difusión y uso.
Los datos de este comentario figuran en la séptima edición de las Bases Farmacológicas de la Terapéutica de Goodman y Gilman4 en español, y no deja de llamar la atención, que los autores asignan el carácter de "falsas y muy interesantes" a todas las versiones sobre el descubrimiento del poder curativo de la cinchona o china, incluida la más célebre sobre la virreina Ana de Chinchón. De cualquier manera, chisme o anécdota, crónica o leyenda, lo cierto es que los "polvos de la condesa" contribuyeron, a su modo, a mover la rueda de la historia.
De allí volvamos a la cuestión de las frecuentes intoxicaciones que relata Cullen en su libro*
* Fiebre terciana cinconínica se denominaba a la particular forma de enfermedad febril, que padecían los obreros que manipulaban la cinchona, preparandola para su uso medicinal. Una típica enfermedad "profesional" de la época, consecuencia de una condición de insalubridad laboral.
No fue la prolijidad del relato del escocés lo que más impactó a Hahnemann. Definitivamente no. Lo más llamativo fue la similaridad (la semejanza) casi matemática que había entre los síntomas que provocaba la intoxicación por quina, ¡y los síntomas de las fiebres palúdicas o intermitentes que la quina curaba!
Y aquí entra en escena la genialidad que la razón de Hahnemann va dando forma de hipótesis. No le resultaba extraño a su formación académica el concepto de similitud. Ya lo había leído en Hipócrates, considerado, y con justicia, el padre de la medicina. En el siglo V antes de Cristo, en Grecia, afirmaba que había dos formas de curar: por los contrarios (para vómitos, un antivomitivo; para espasmos, un antiespasmódico; etc.) y por los similares. En el latín de la época, se denominaba al primer método, "contraria contrariis curentur", y al segundo, "similia similibus curentur".
Seguramente también resonarían en la memoria de Hahnemann algunas de las frases acuñadas por ese enigmático médico del Renacimiento, mitad alquimista, mitad profeta, que se llamó Paracelso: "...lo que produce la ictericia, cura la ictericia..."
"...las drogas que pueden curar la parálisis deben proceder de lo mismo que la engendra..."

Y más cercano a su propio tiempo, Albert Von Haller*, el "grande e inmortal", como admirativamente lo llamaba Hahnemann, también influyó decisivamente en la formulación de su teoría. Considerado como el iniciador de la Fisiología "pura" descubrió la irritabilidad de los músculos e hizo, entre otros, valiosos aportes al estudio de la circulación sanguínea.
*Albrecht Von Haller (1708-1777) publicó sus ideas en el prefacio de su "Pharmacopea Helvet" en Basilea, 1771. (Vijnovsky B.)
Fue uno de los más renombrados vitalistas del siglo XVIII, que atribuyó a una "fuerza vital" inaccesible a los sentidos del hombre, la energía determinante de la anatomía visible de cada órgano del cuerpo.
Hahnemann se considera a sí mismo un fiel seguidor de las ideas de Von Haller y de él ha escrito: "...Ni un sólo médico que yo sepa, con excepción del grande e inmortal Albrecht Von Haller, anatomista y botánico suizo, durante los 2.500 años anteriores, pensó en este método tan natural, tan absolutamente necesario y tan únicamente genuino, de investigar por la experimentación del hombre sano los efectos propios y característicos de los medicamentos y las modificaciones que ellos determinan, para deducir de esto, cuáles son las enfermedades... que cada medicamento es capaz de curar."
Hipócrates, Paracelso, Von Haller, fueron los antecedentes más cercanos que iluminaron su intuición. Habían iniciado un camino, y con sus teorías y prácticas parciales, lo animaron a dar cuerpo a una doctrina integral sobre la salud y la enfermedad. Su primera "hipótesis de conflicto", de ruptura con lo aprendido en la universidad fue: ¿Será que la quina cura las fiebres intermitentes justamente por la gran similitud entre los síntomas de esas fiebres y los de la intoxicación por quina?
Exigente y obsesivo como era, no esperó respuesta de la mera especulación
teórica. Aplicando la idea de Von Haller e iniciando otro novísimo método, se asumió como un "conejillo de Indias" y en perfecto estado de salud, comenzó a tomar "cuatro dracmas de buena china" (12,8 gramos), para probar la razón o la sinrazón de los escritos de Cullen. Los síntomas que aparecieron con el correr de los días fueron prolijamente registrados y comparados, y el resultado fue el esperado: había una gran similitud entre los síntomas de la enfermedad natural (paludismo o fiebre intermitente) y los de la intoxicación cinconínica.

A esta primera confirmación surgida de la auto-experimentación, siguieron otras pruebas, con varias sustancias distintas. Las ensayó en sí mismo y en algunos parientes y amigos que, estando sanos, aceptaron someterse a estas nuevas experiencias.
Así cayeron bajo su atención la belladona (atropa belladona), capsicum (pimienta común), opium (opio), ruta (la vulgar ruda), stannum (estaño) y más adelante sulphur (azufre) y natrum muriaticum (sal común), a lo largo de su vida, 103 medicamentos, los primigenios de la actual Materia Médica Homeopática.
Con todos halló una constante: las sustancias investigadas, aún las tenidas por inertes, eran capaces de producir síntomas en las personas sanas que las habían ingerido por un cierto tiempo. Encontró así la manera de aplicar en concreto la teoría de la similitud, al disponer de estas sustancias que, produciendo determinados síntomas en los sanos, podrían darse a los enfermos que presentaban síntomas similares y de este modo ser curados.
En 1796, a sus cuarenta años, publicó en el diario médico de Hufeland el resultado de sus pacientes esfuerzos de estudios y experimentaciones. Así tituló su trabajo: Por tal razón, 1796 se considera el año del nacimiento oficial de la Homeopatía*
*Resulta interesante el hecho de que en ese mismo año, Jenner, luego de dos decadas de ensayos, arribe a la instancia definitiva que posibilitó dos años más tarde, el empleo de la vacuna. La vacunación y la Homeopatía nacían así, una muy cerca de la otra, y, aunque desde perspectivas diferentes, reconocían un parentesco común con el principio de la analogía, similitud o semejanza. (Vanier P.)
Pero volvamos a los primeros ensayos hahnemanianos. En no pocos experimentadores aparecieron síntomas molestos o desagradables, que configuraban cuadros de intoxicaciones leves debido a las sustancias en prueba. Por esta razón, y en principio sólo por ella, Hahnemann decidió diluir los elementos a investigar, como una manera de atenuar los efectos indeseables. Los que no eran solubles, los trituró con lactosa, logrando el mismo objetivo. Este procedimiento le permitió además, y fundamentalmente, observar la aparición nítida de síntomas más sutiles referidos a la esfera mental, como los afectos, sueños, sensaciones y emociones, que antes, por la magnitud de la dosis, quedaban enmascarados por síntomas más gruesos como vómitos, diarreas, cefaleas, etc.
En definitiva, Samuel Hahnemann con estos PRINCIPIOS:
-Teoría de la semejanza
-Experimentación de drogas en el hombre sano
-Medicamentos atenuados

a los que agregaría más adelante el de:
-Medicamento único
Descubrió un nuevo marco referencial, que ordenaba y daba un renovado sentido a su vocación médica. Ahora sí estaba preparado otra vez para asistir a sus enfermos.

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