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lunes, 16 de abril de 2012

CONTINUACION HISTORIA MUNDIAL DE LA HOMEOPATIA : 3º PARTE Y FINAL

CONTINUACION HISTORIA MUNDIAL DE LA HOMEOPATIA : 3º PARTE  Y FINAL

Convencido de la bondad y eficacia de su descubrimiento, volvió a la práctica activa de la medicina, con gran suceso. Dos habrían de ser las reacciones que produciría este regreso con un nuevo método terapéutico. Por un lado, una masa creciente y expectante de pacientes colmó su consultorio y dio nueva fama a su nombre. Por otro, sus colegas de gremio y los farmacéuticos, se sintieron afectados en sus teorías e intereses y comenzaron una campaña de oposición sistemática hacia la homeopatía recién nacida y su creador (como se observa, este conflicto no es nada nuevo).
Las vicisitudes de este proceso iniciado por Hahnemann, abarcaron éxitos y fracasos, avances y retrocesos, y en los hechos, un exilio constante y una penosa peregrinación de una ciudad a otra. Con su numerosa familia fue enfrentando los conflictos que salieron a su encuentro por doquier. Cada uno de ellos significó un desafío, de los cuales, no siempre salió airoso y no pocos le produjeron violentas crisis en su vida. Con las enfermedades de sus hijos, que él no pudo curar con su terapéutica, la incomprensión y falta de acompañamiento de su mujer, los ataques y cuestionamientos académicos, y hasta la expulsión de algunas ciudades. Algunos de sus hijos ya adultos, se vieron envueltos en enigmáticos casos policiales, unos desaparecieron abandonando a sus propias familias, otros aparecieron asesinados o como presuntos suicidas5. Todo siempre rodeado por el escándalo, bordeando el ridículo. En medio de tantas penurias, una y otra vez, se sostuvo aferrado a su constancia y obstinación, que, con algo de soberbia, alimentaban la fidelidad a su juramento: "...leeré todos los autores, desde Hipócrates hasta los más recientes y el diablo me lleve si no reúno en mi pensamiento la síntesis del saber, y soy un gran médico que triunfa sobre la muerte!"
En Torgau, uno de sus transitorios asentamientos, donde disminuyeron los ataques y hostigamientos, al encontrar un poco de paz, pudo dedicarse a escribir su obra magna: el Organon del Arte de Curar. En 1810 aparece la primera edición donde condensa lo descubierto hasta ese momento. El Organon es una suerte de biblia laica para todos los homeópatas, publicada en seis ediciones, de las cuales la sexta es la más difundida y aceptada.* Está escrito en forma simple y dividido en parágrafos, un estilo de escritura impuesto en aquellos tiempos por el filósofo Kant.
*Sin duda ha sido un gran aporte la publicación del Organón en español comentado parágrafo a parágrafo. Esta muy recomendable obra del distinguido maestro de la homeopatía argentina bernardo Vijnovsky, facilita notablemente la lectura y comprensión de la primera y mas grande obra de Hanneman.
La vida continuó y encontramos a Hahnemann ya viejo y viudo, con casi 80 años, en la ciudad de Koethen. Y cuando era esperable la lógica declinación hacia el fin de sus días, una mujer extranjera, acudió a su consultorio e inició un viraje totalmente inesperado en esta historia.
Melanie d'Hervilly, una joven francesa, se debatía entre la vida y la muerte, al ritmo de la impotencia de la medicina para curarla de una de las pestes más temidas de su época: la tisis. Desahuciada en su París natal, empujada por el consejo de sus amigas, llegó a Koethen, sin muchas esperanzas de que Hahnemann la curara. Muchas páginas se han escrito sobre este encuentro, casi mítico para la historia de la homeopatía. Lo indudablemente cierto es que el anciano maestro aplicó sobre la joven toda su sapiencia de médico y toda su paciencia de viejo. Así recuperó la paciente, poco a poco, su salud. Hasta aquí no pasaría de ser un caso más, con final feliz.
Pero Melanie no fue una paciente más. Provenía de una familia maltratada por los avatares de la Revolución y la pos-Revolución de su país y por conflictos familiares muy graves. Es posible que estas circunstancias obraran como determinantes de su enfermedad y su desesperanza por la vida.
Que un extraño médico alemán perdido en Koethen le devolviera la salud a sus pulmones, y las ganas de vivir (sobre todo, eso) en apenas cinco meses, produjo en ella una gran conmoción y una respuesta acorde a la misma. Con una mezcla insólita de romanticismo, vocación misional y profundo agradecimiento, propuso al maestro nada menos que casarse e irse ambos a París, desde donde podría difundir más y mejor su nueva teoría.
Ella, 30, él, 80. Una combinación de esta naturaleza causa siempre asombro y suspicacia. Samuel y Melanie no escaparon a esta regla general. Para aventar los prejuicios y comentarios malintencionados, el anciano Hahnemann, luego de aceptar la propuesta matrimonial y antes de partir hacia París, vendió sus pertenencias y repartió sus bienes entre sus dos hijas (las que, obviamente, se oponían a esta "locura").
Ya instalado en la ciudad feliz, se dedicó con nuevas ansias a la atención de una creciente clientela y también al trato con un número cada vez mayor de discípulos entre el mundo médico.
Gran impacto causó la presencia de Hahnemann en suelo francés. No hubo en torno a él posturas ambiguas; o se lo aceptaba con respeto y curiosidad por conocer su técnica, o, por el contrario, se lo combatía ferozmente y con cualquier arma. El conflicto incluso "se institucionalizó" y fue la Real Academia de Medicina de París, la que llevó sus quejas al gobierno imperial de Luis Felipe. La respuesta gubernamental, escrita por el ministro Guizot, no ha perdido ni una coma de validez ni actualidad, a pesar del siglo y medio transcurrido: "...Hahnemann es un sabio de gran mérito. La ciencia debe ser para todos. Si la homeopatía es una quimera o un sistema sin valor propio, caerá por sí misma. Si es, por el contrario, un progreso, se extenderá a pesar de todas nuestras prevenciones, y la Academia debe desearlo antes que nadie, pues ella tiene la misión de hacer avanzar la ciencia y de alentar los descubrimientos."
Los últimos años de Samuel Hahnemann transcurrieron en medio de expectativas renovadas por la difusión de sus ideas en París primero, y en toda Francia luego. De esa época son los primeros seguidores notables en tierra gala, como Augusto Curie (padre de Pierre), L. Simon, S. Jourdan y otros. Se fundó una Sociedad de Homeopatía y aparecieron dos publicaciones periódicas: el Diario de la Medicina Homeopática y los Archivos de la Medicina Homeopática.
Finalmente su salud se deterioró irreversiblemente y el agotamiento y desgaste de su vida se hicieron visibles en sus 88 años. Sin perder la conciencia de su fin cercano, ni su lucidez, vivió sus últimos días rodeado de algunos amigos íntimos, dos o tres colegas y su joven esposa, a quienes les dio recomendaciones y consejos acerca de su doctrina. El 2 de julio de 1843 murió luego de pronunciar dos veces tres palabras que habrían de perdurar en la memoria de los homeópatas del mundo: "confianza y paz".
Los restos del que fuera creador de la homeopatía descansan en territorio francés, y un mausoleo corona su tumba en el cementerio Pere Lachaise, en los suburbios de París.
Biliografía recomendada:
CRESPO DUBERTY, M. La realidad de la Homeopatía.
Buenos Aires. Ed. Albatros, 1987
EIZAYAGA, F. J. Tratado de Medicina Homeopática.
Buenos Aires. Ed. Marecel, 1983

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