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lunes, 16 de abril de 2012

HISTORIA DE LA HOMEOPATIA EN ARGENTINA

HISTORIA DE LA HOMEOPATÍA EN LA ARGENTINA.
Existe en el Museo Histórico General San Martín, de la ciudad de Mendoza, un botiquín homeopático que llevó El Libertador en su cruce de los Andes, entre los años 1816 y 1817. Aunque el origen probable del mismo y el motivo por el cual llegó a sus manos permanece aún en el misterio, no deja de ser llamativo que el Padre de la Patria haya realizado su proeza libertadora con el soporte terapéutico de la Homeopatía43. Muy poco antes, en 1810, Hahnemann había dado a publicidad sus ideas condensadas en la primera edición del Organon.
Desde esos tiempos de gesta, el registro histórico de la Homeopatía en la Argentina, da un salto hasta 1846, año en el que se tienen noticias de un médico, de apellido Darroszin (o Dabrouzin) que practicaba la Homeopatía y por ello fue sancionado por el Protomedicato* de la época33.
Recién en 1865 se formó la "Sociedad Hahnemaniana Argentina", en cuyo seno tuvieron acción relevante los médicos Clausolles, Granados, Mejía y otros33-9. A ese período también pertenece otro botiquín famoso, el que llevó el General Mitre a la guerra del Paraguay, entre los años 1865-1870.
En la provincia de Buenos Aires, pocos años más tarde, se produjo una fuerte y popularizada polémica que terminó en un debate parlamentario llevado a cabo en la Legislatura bonaerense. Así fue que en el año 1877, en tres acaloradas sesiones, se discutió abiertamente sobre la conveniencia o no de la aceptación de médicos extranjeros que desearan venir a trabajar al país como homeópatas. Tras un durísimo intercambio de posiciones, enriquecido por el hecho de ser médicos varios de los legisladores, se llegó a la votación final, que denegó el derecho a los homeópatas extranjeros de practicar la

* Antigua entidad fiscalizadora de la profesión médica.

Homeopatía. De cualquier modo fue un hito que agitó a la opinión pública, ya que la cuestión trascendió los ámbitos parlamentarios, expresándose en cartas a los diarios, comentarios periodísticos, recolección de firmas de pacientes, etc.20-13.
Hacia fines de siglo, la "Sociedad Homeopática Argentina" fue la entidad que asumió el liderazgo en la difusión y extensión de la Homeopatía. Uno de sus miembros más activos y notables fue Juan Petit de Murat (abuelo del escritor), famoso por sus excelentes resultados en la epidemia de fiebre amarilla que asoló Buenos Aires en los años 1870 y 1879.
Sin embargo, habría que esperar hasta el año 1933, en que, con el nacimiento de la Asociación Médica Homeopática Argentina, (AMHA), la Homeopatía comenzó a institucionalizarse definitivamente en el país. Nació con el nombre de "Sociedad Médica Homeopática Argentina" y los primeros siete integrantes de su Comisión Directiva fueron:
Armando Grosso,
Godofredo Jonás,
Rodolfo Semich,
Eugenio Anselmi,
Enrique Bonicel,
Francisco Monzo
y Tomás Paschero33.

La labor de la Asociación y, fundamentalmente, la de sus iniciadores, ha sido encomiable desde todo punto de vista. Con el tesón propio de pioneros, comenzaron sus actividades, ofreciendo un servicio asistencial a la población, difundiendo y haciendo conocer la Homeopatía en cuanto ámbito, privado u oficial, tuvieron oportunidad. Prácticamente desde su comienzo, la AMHA ha editado la revista "Homeopatía", órgano de comunicación científica puesto a disposición de los autores nacionales y los más renombrados del mundo homeopático. Además ha sido el vehículo anunciador de los muchos emprendimientos que la asociación, o algunos de sus miembros, ha llevado a cabo en las áreas de la Salud Pública o la Educación, en pro del reconocimiento oficial y de la defensa del libre ejercicio de la Homeopatía.
Esta lucha, verdaderamente ardua y aún en marcha, comenzó casi con el nacimiento de la institución. Como muy bien describe Crespo Duberty15, el proceso de obtención de la personería jurídica, necesitó de la voluntad, la imaginación y el talento de aquellos pioneros. Los doctores Jonás y Semich iniciaron el trámite de reconocimiento ante la Inspección Nacional de Justicia en octubre de 1936 y recién lo obtuvieron pasados los cuatro años, ¡en noviembre de 1940! En todo ese período debieron enfrentar el desconocimiento y los prejuicios, las desconfianzas y los dogmas que anidaban (¿tiempo pasado?) en reductos oficiales como el Departamento Nacional de Higiene, que recomendó expresamente el no otorgamiento del status solicitado. Finalmente la opinión favorable de la Academia Nacional de Medicina, con la firma de los doctores Aráoz Alfaro, Bullrich, Castex, Spangemberg y Bonorino Udaondo, inclinó la balanza, y el presidente Castillo aprobó los estatutos presentados, concediendo la personería.

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