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lunes, 19 de diciembre de 2011

              BREVE   HISTORIAL DE LA ALIMENTACIÓN HUMANA

El hombre primitivo.- Pocas noticias concretas tenemos acerca de como se alimentaba el hombre primitivo. De los relatos de los textos Védicos de la India
 (5.000 AC.), que entre símbolos y alegorías encubren hechos históricos, pare inferirse que en los primeros tiempos de la humanidad, predominaba el régimen vegetariano, lo mismo relatos expresa el Génesis que bien claro dice: que Dios dio a la primera pareja humana, toda hierba con simiente y todo árbol con fruto, para que la simiente y fruto le sirviera como alimento.
De las hierbas con simiente se debe entender lo que los botánicos denominan gramínea, entre ellas el trigo, que es la gramínea conocida más antigua de occidente, como el arroz debió serlo en oriente. En cuanto a los frutos es fácil de comprender la variedad y facilidad que tenía el hombre primitivo al alcance del sentido del gusto y de su mano prensil de “mono antropoide” con uñas planas.
La Biblia nos dice que Abel fue pastor de ovejas y Caín labrador de tierras. Muy seguramente los rebaños de Abel servirían para aprovechar la leche, sin que se pueda encontrar pruebas concluyentes  de que por entonces se aprovechaba la carne de aquellas reses para alimento. Lo indudable es que Caín sabía cultivar la tierra y ofreció a JEHOVÁ  parte de sus frutos. Per también se registra en las Escrituras Sagradas que Abel ofrecía a JEHOVÁ los primogénitos de sus ovejas, aunque nada refiere acerca de la forma de aquella ofrenda, ni cual era el destino de las mismas.
Después del diluvio comenzó el uso de la carne como alimento, pues la Biblia habla de Nembod el vigoroso cazador que se presentó en la puerta de la tienda de Abraham en el valle de Manré y le obsequió al patriarca con pan, manteca, leche y un becerro aderezado.
También leemos en el mismo texto que Rebeca le mandó a Jacob que fuese al ganado y le trajese dos buenos cabritos para hacer con ellos comida para Isaac. En las escrituras Moisés dio al pueblo hebreo instrucciones acerca de las carnes que podían comer y las que debían repugnar., lo cual prueba que el pueblo hebreo era esencialmente vegetariano, aunque tampoco era obligatorio el uso dietético de las carnes, pero no tenían noción alguna científica de la alimentación ni otra norma que el empirismo. Por supuesto que el cultivo extensivo de la tierra fue imposible hasta que estuvieron domesticados el buey, el caballo y el asno. Paralelamente al pueblo hebreo se desenvolvían otros pueblos  en Egipto, India, Mesopotamia, Siria y América, mientras Europa estaba casi desierta. Aparte de los habitantes de las ciudades, villas y aldeas de los pueblos orientales con asiento fijo, había pueblos nómadas que iban trashumando con sus rebaños de uno a otro país y plantaban sus tiendas allí donde encontraban pasto abundante para su ganado.
Nómada fue el pueblo hebreo antes de establecerse definitivamente en la tierra de CANAÁN, hoy Palestina. Cabe resaltar que actualmente existen pueblos nómades como los beduinos cuya dieta consiste en harina cocida en leche de camella previamente fermentada que acompañan con pan y dátiles. Siendo sus actuales costumbres dietéticas fundamentalmente las mismas que predominaban en la época de los patriarcas hebreos.
Egipto. - Los antiguaos egipcios tenían el pan como base de la alimentación, y en esto se parecían a los hebreos, pues nada menos que al primer hombre le condenó JEHOVÁ por su desobediencia “a ganarse el pan con el sudor de su frente”. Se elaboraba el pan con harina de escanda, trigo chamorro y cebada.
Los granos se molían entre dos piedras o se machacaban en un mortero para hacer la harina.
Al pan elaborado con estas harinas se añadían cocimientos de lentejas, habas, espárragos, alcachofas, remolachas y col; pero las cebollas, rábanos, cohombros, pepinos, ajos y cotufas se comían enteramente crudos.
Los frutos más comunes en el antiguo Egipto eran las uvas, higos, granada, dátiles, melones, aceitunas, algarrobas y damascos.
No eran los antiguos egipcios totalmente vegetarianos. También se dedicaban a la caza y a la pesca y conocían el modo de cebar  a los animales destinados al consumo.
No hay indicio de que comieran carne de cerdo. Sus costumbres dietéticas eran muy parecidas a las de los hebreos, que no en balde convivieron con los egipcios  más de cuatro siglos.
Grecia y Roma. - No llegó la culinaria en estos antiguos pueblos a la categoría de arte. Aún así fueron los romanos refinados sibaritas, dentro de sus limitaciones y preferían como los griegos un régimen mixto, pues predominaba a la sazón el todavía común error de que es imposible alimentarse y nutrirse suficiente si se prescinde de carne en el alimento, aunque la experiencia esté demostrando persistentemente lo contrario.
Según nos relata Aristóteles, los griegos comían cigarras, con preferencia las jóvenes, y sobre todo las larvas que, fritas en aceite, saben a cangrejo.
Todavía las mujeres de las orillas del río Meckong cazan cigarras y las venden en el mercado como exquisito manjar.
Los romanos gustaban de lucanas cebadas con harina. Son las lucanas unos coleópteros de cuerpos robustos y relucientes élitros de color castaño, armados de anchas mandíbulas, que se alimentan del zumo que rezuma el tronco de las encinas.
China. - Los chinos comen huevos, carne, pescado, frutas, cereales y gran variedad de verduras y hortalizas. En vez de pan se valen del arroz.
El buey se considera animal sagrado, y el cerdo se regala a las gentes pobres. Los chinos comen de todo un animal excepto los pelos y las uñas. Aprovechan las tripas, la piel y las vísceras, sobre todo de las aves cuyos huevos son manjares que casi nunca falta en la dieta china. En cambio no consumen leche, pues la vaca se emplea tan solo en los trabajos agrícolas. Han mostrado los labriegos chinos mucha habilidad en el cultivo de las hortalizas, pues han obtenido siete variedades de espinacas y veinte de habas, entre éstas las de soja, que emplean como sucedáneo de la carne.
En el centro y sur de China el arroz sustituye al trigo, pero en el norte el trigo sustituye al arroz.
Tienen los chinos la rara intuición de comer el arroz con cascarilla y dicen que el arroz mondado es un lujo inútil. En cuanto a los famosos nidos de golondrinas también es un manjar de lujo.
Japón. - El arroz es la base de la alimentación en las ciudades japonesas, pero en el campo es la harina de cebada.
Las habas de soja son la legumbre de más consumo, porque contienen tantas proteínas como la más nutritiva carne, aunque la gente desconozca este fundamento científico en que empíricamente se apoya la religión budista para prohibir a sus fieles en absoluto el uso de las carnes como alimento. Las verduras más comunes en el Japón son los rábanos y las batatas.
Alimentos Extraños. - Los habitantes del África central son muy aficionados a las termitas u hormigas blancas, que abundan en aquellas comarcas y la recogen de a puñados cuando las primeras lluvias las expulsan de sus nidos subterráneos.
Las termitas se comen crudas, cocidas o asadas y en algunas comarcas de Asia son manjares muy apreciados. En la isla de Java  se venden con el nombre de larón y los indígenas refieren a este plato de termitas la capacidad de restablecer las fuerzas de los ancianos.
Los brasileños gustan mucho de enormes termitas que llaman tanajuras .
Los indígenas mexicanos gustan  de huevos de corisa, insecto acuático de las lagunas de Chalco y Texcoco, en cuyas orillas colocan juncos  en forma de haces sobre los cuales desecan las corisas. Al cabo de algunos días se quitan los juncos repletos de huevecillos, se ponen a secar al sol y después se sacuden sobre unos trapos en el suelo para que se desprendan los huevecillos que se muelen y cuecen, para confeccionar con ellos una galleta con sabor a pescado en fermentación.
Los saltamontes o langostas son un manjar peculiarmente oriental.
Según el evangelio de San Mateo, se alimentaba de langostas, nada menos que San Juan Bautista. Pero no se ha de creer que se las comiera crudas y tal como saltan, sino que en Palestina era costumbre  cocerlas con aceite y sésamo.
Cada país condimenta los saltamontes a su gusto. En la Arabia pétrea lo secan al sol y después los muelen para amasar la molienda con leche de camella. En Argelia lo hierven con agua salada. Según algunos interpretes, las langostas a que alude el texto evangélico no son los insectos ortópteros que nosotros conocemos, sino que refiere dicha denominación  a una gramínea que en tiempos del Bautista crecía espontáneamente en la parte no arenosa del desierto.
Algunas tribus del centro y sur de África consumen langostas, llegando a incendiar las hierbas donde se posan y se las comen tostadas.
Algunas tribus árabes amasan los saltamontes con dátiles o con queso de leche de camella y en Argelia se contentan con hervidos en agua con sal.
En la isla de Madagascar  los llaman valalas  y los cuecen en el horno en grandes vasijas, los ponen a secar luego sobre esteras y les arrancan las patas  y las alas para conservarlos en tarros a propósito.
Los nativos de Australia son aficionados a los  ciempiés  y escolopendras.
Las tribus costeras de África  comen sapos ahumados y ratas de campo asadas a la parrilla, aunque este último “manjar” no es del todo extraño al actual pueblo argentino de clase marginal en los últimos años.
En diversas comarcas del globo hay tribus  enteras de geófagos o comedores de tierra, pero no quiere esto decir de que se alimenten exclusivamente de tierra, sino que gustan de la arcilla como una golosina.
Al efecto, la deslíen en agua para eliminar la arena, piedrecillas y materiales extraños, y la amasan después en hojas delgadas que fríen en una cacerola de hierro y la arrollan hasta darles aspecto de corteza desecada.
Los esquimales tienen una ordinaria dieta escasa en calcio y muy abundante en fósforo, lo que sobreviene en un detrimento del esqueleto. Se alimentan básicamente del reino animal; pero cuando inmolan un reno no desechan el contenido de sus estómago  repleto de vegetales.
Generalidades. - Hipócrates, Galeno y otros médicos de la época hicieron estudios sobre el régimen alimenticio, pero no lograron fundar la ciencia de la alimentación, porque desconocían las funciones bioquímicas del organismo. Tanto en Grecia como en Roma, que en todo fue imitadora  de Grecia, se consideraban los cocimientos de cereales como el alimento fundamental, que no podía faltar en ninguna comida.
Sabían cocinar  bollos y pasteles además del pan que servían  de asiento a quesos frescos, miel, huevos, vinos, especias aromáticas y sesos de carnero que servían según gustos de familia y ocasión.
Las verduras eran la base de la alimentación de los campesinos griegos y puede decirse que su régimen era vegetariano.
Después de leer esta rápida y breve reseña  histórica de la alimentación, podrá preguntar el lector como habrá podido sobrevivir la humanidad  de siglo en siglo y de generación en generación alimentándose empíricamente a su antojo, sin conocer la composición química de los alimentos ni conformar con los requisitos de la ciencia sus regímenes alimenticios.
La respuesta está en que el organismo humano  posee una admirable capacidad de adaptación, de modo que las células se acostumbran a lo que se les proporciona, auxiliadas por el maravilloso órgano del hígado, que elimina de los alimentos la mayor parte de impurezas.
Pero aún así, tenemos en la historia  los efectos de una desastrosa y /o defectuosa alimentación, tanto en lo que a individuo corresponde como a sociedad en lo que respecta a las frecuentes epidemias  que tenían por causa no solo la falta de higiene pública y privada  en todos los aspectos de la vida  y mayor mente en el de la alimentación.
En mi condición de médico y consciente de que el cuerpo humano es un logro de la naturaleza y en consecuencia es parte de ella e hijo de ella. La Naturaleza nuestra madre junto a los conocimientos de fisiología, higiene, el auxilio de la química biológica desarrollados a la fecha, nos permitirá comprender nuestras reales necesidades alimentarias  para la continua y silente renovación de la vida, al tiempo que  cumplamos con nuestro destino superior.
Durante gran parte de la historia, los seres humanos no tuvimos más opción que comer que comer lo que se podía encontrar, cazar o cultivar. Esto tenía muchos inconvenientes, y modificó parcialmente la evolución de nuestro sistema digestivo, cuya notable flexibilidad le permitió procesar una amplia variedad de alimentos.
Después de miles de años hoy ya no estamos obligados a comer lo que se pueda conseguir o se nos ofrezca desde la óptica comercial de esta sociedad de consumo. Por el contrario podemos comer “lo que se nos antoje”. Pero esto significa hacerlo racionalmente y no bajo una aparente libertad condicionada por la ignorancia y/o  la “cultura del consumismo” que nos lleva al consumo de  una gama de alimentos cada vez más reducida  con dulces, grasas saturadas y pocas fibras. Nuestro sistema digestivo que evolucionó adaptándose a la escasez y a la variedad ofrecida por la naturaleza, se ve ahora obligado a manejar la abundancia, la uniformidad nutricional y  la química de síntesis incluida en los alimentos.
Aunque en la actualidad se tenga suficiente para comer, no se aprovechan los alimentos de que se dispone, se combinan mal los mismo, se cocinan mal y no se conocen las verdaderas necesidades para una Alimentación Racional Humana.

Profesor Dr. Juan Carlos SCHURIG TERRAF
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Teléfono 4229832 de : San Miguel de Tucumán .
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