EL ARTE DE CURAR
El Arte de Curar ha sido siempre reflejo de la visión que el hombre tiene de si mismo a través del tiempo. Este arte ha sido influido por el pensamiento dominante de la época. A pesar de ello solo existe una única y real manera de curar - sanar que es la de “equilibrar” o “armonizar” muestras energías interiores con las exteriores. Otras formas del llamado arte de curar solo tienen efectos paliativos y otras veces contra preventivos.
El siglo actual el pensamiento materialista considera al cuerpo como una ecuación físico - matemática que reproduce procesos similares a aquellos que se logran en el laboratorio de experimentación. Este modo de ver y hacer, enfrenta a un médico con un mínimo de formación académica y lucidez, a más interrogantes que respuestas.
El hombre no es un laboratorio reproducible, no es un sistema medible normatizado. En consecuencia la imagen que nos está dando la “nueva ciencia” es parcial o falsa.
No hay nada más peligroso que una idea, cuando es la única que se tiene.
Como profesional de la salud tenemos la obligación y el desafío de lograr una medicina conforme a la realidad del ser humano y del universo en que se mueve. Una medicina totalizadora, integral, que recuerde a cada momento que somos únicos e irrepetibles, seres humanos cuya dicha de ser llamados como tales nos tiene que hacer recapacitar sobre nuestra potencialidades.
En el verdadero Arte de Curar se debe lograr una medicina conforme a la realidad del ser humano, una medicina totalizadora: Holística, que nos recuerde a cada momento que somos materia y espíritu.
La historia del hombre nos demuestra que el camino de los dogmáticos nos ha llevado a situaciones atentatorias contra la dignidad humana e incluso contra su vida. Bajo el rótulo de “científico” se han cometido inmensas barbaridades: “no hay mayor barbarie que aquella que cree científicamente estar en lo cierto.
El médico que desee sanar deberá de “meterse” en la piel del enfermo y tratar de despertar en él su terapeuta interno, es decir, ser el médico un intermediario en el proceso de la curación. Jamás desde la omnipotencia que puede tener muchas formas de expresión: la simple extensión de una receta, la extirpación de órganos, la supresión de síntomas y otras formas aberrantes de actuación tan comunes eh nuestros días.
Hoy los tiempos y las sensibilidades exigen cambios que valoricen los “valores supremos”, no dejando que se pierda el ser como fundamento.
No puedo negar que se vive una “era del vacío” donde se legitima el placer, el falso ego, se reconstruyen las instituciones en función de aspiraciones individuales o grupos sectarios, se banalizan los cambios en favor de lo espiritual y se da predominio a la indiferencia y el individualismo.
Todo este proceso incide en la relación médico - paciente que llevan a un des encuentro entre el que cree saber y aquel que solicita ayuda.
Se resume afirmando que el paciente pretende mucho más de lo expresado con motivo de la consulta y que el médico da mucho menos que el motivo de la consulta.
Se debe de ser consciente de la relatividad de lo normal y las variaciones a las que se ve sometido el umbral de la salud y la enfermedad. Variaciones que radican en el propio saber médico, en sus técnicas de investigación y de intervención, en el grado de medicalización alcanzado por un país, pero también en las normas de vida de la población, en su sistema de valores y en sus grados de sensibilidad, en su relación con la muerte, con las formas de trabajo impuestas, en fin, con la organización económica y social.
Como podrá deducir Ud. mi querido paciente la profundización de estos conceptos nos estimula a considerar la salud - enfermedad como un proceso y no como un estado estático y perfectamente definible.
Como se habrá Ud. dado cuenta a estas alturas: “no hay enfermedad sino enfermos”, por lo que es necesario de que médico y paciente transiten juntos ese proceso a fin de que las posibilidades de curación sean más factibles, mas económicas y más duraderas.
El dolor y la enfermedad son tan antigua como el hombre mismo, lo que ha variado son las formas de manifestarse y las respuestas socialmente organizadas ante el dolor y la enfermedad. La enfermedad y el dolor en todo su espectro solo son parte del aprendizaje, son maestros, guías, avisos que deben decodificarse y no suprimirse, ya que nos avisan de nuestros errores en la vida, errores que expresan nuestra ignorancia y que debieran incluso avergonzarnos, más que asustarnos.
La respuesta que el hombre da se organiza en un sistema de creencias, que, en el caso de la medicina, ha transitado por lo mítico, lo místico y lo científico - racional. Pero este último tránsito no está desprovisto de componentes míticos y místicos, basta con escuchar o leer la publicidad acerca de “las drogas de la felicidad”, “drogas para vencer la timidez”, “drogas para favorecer la sexualidad”, etc. con la que hoy en día se bombardea al público.
Hemos llegado a un punto donde nuestro cuerpo es manejado y controlado como parte del orden social. La normalidad es la salud, lo bueno es estar sano , lo que no quita que nos estimulen al consumo de tabaco, alcohol, del erotismo, comida chatarra, etc. ; y , a su vez nos recuerdan que todos estos “placeres”, nos llevan al cáncer, al infarto, al SIDA y otras dolencias.
Nuestra cultura vive la muerte como algo escandaloso e inclusive maléfico y se ponen todas las energías y esperanzas en la técnica y en la ciencia para acabar algún día con ella. La vida y la muerte son un mismo proceso. “Ser inmortal es baladí; menos el hombre todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte: lo divino, lo terrible, lo incomprensible es saberse inmortal. (...)” . Escribe Jorge Luis Borges en su libro: El Inmortal.
Aprender que admitir la mortalidad es aceptar el desafío de saber que hacer con la vida, es ganar la vida.
El Ser Humano es un Ser muy adictivo, y rápidamente se enseñorea con la materia al tiempo que se identifica con su Yo material: el cuerpo. Por ello cae en dependencias que van desde los dulces a las drogas y las conductas adictivas como el juego patológico, el comprar compulsivamente, etc. Las grandes compañías saben de ello y utilizan apropiadamente estas debilidades humanas no solo para venderles un bronceado juvenil, ocupar su ocio en turismo estúpido, comprar unas marcas de zapatillas, consumir determinados medicamentos. Con todo ello seducen ofreciendo agresores a la salud al tiempo que pretenden vender protectores de la salud y la belleza.
Querido paciente lector: la enfermedad es una construcción social y como todas las construcciones no es un estado estático, sino un proceso dinámico compuesto por múltiples factores y el médico es uno más de ellos.
Ningún medico puede ignorar la técnica, el avance de los conocimientos, lo cual no implica depender pura y exclusivamente de la técnica para la curación.
Cada uno de nosotros posee herramientas internas, a veces identificables y otras veces no, que posibilitan transitar junto a su medico el proceso de la curación - enfermedad, y bucear en las causas más profundas que favorecieron la aparición de determinadas dolencias.
Nacemos con tendencias inscriptas en nuestro código genético, y es probable que algunas de ellas nos lleven a la muerte, pero solo la comprensión de la totalidad de su ser por parte del médico le hará posible “ganar la vida”.
“La Salud no es todo, pero sin ella, todo lo demás es nada.”
Redacta:
Profesor Dr. Juan Carlos SCHURIG TERRAF
Calle Buenos Aires nº. 50, 1º.
Teléfono 4229832 de : San Miguel de Tucumán .
República Argentina
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